Fairtrade acaba de publicar este nuevo dossier que pone de relieve que la sostenibilidad y la importación de alimentos no tienen por qué estar reñidos, sobre todo cuando se trata  de alimentos que provienen de países en vías de desarrollo  y en cuya producción se han respetado las personas y el medio ambiente. El análisis contiene ejemplos concretos que llevan a la conclusión de que los kilómetros que cada producto recorre en transporte influyen, pero no son el indicador más  importante para valorar el grado de sostenibilidad de un alimento.

Los productos de Comercio Justo son productos procedentes de países en vía de desarrollo – es decir que en ocasiones vienen de lejos. En su gran mayoría llegan vía transporte marítimo en grandes contenedores, la forma de transporte que menos CO2 produce. Ese es el caso del café, del cacao, del azúcar y de muchos más productos de comercio justo.
Las flores y plantas, sobre todo rosas, son un producto perecedero y tienen muchos aficionados en el norte de Europa. A los agricultores y trabajadores del Sur  el comercio justo les aporta mucho para su desarrollo, nivel de vida y oportunidades. Pero ¿y qué pasa con la producción de CO2 por el transporte?
Si se quiere seguir apostando por el comercio, la emisión de CO2 en ocasiones es inevitable, pero podemos trabajar en proyectos de compensación de CO2 interesantes. Así lo ha comenzado hacer REWE, una cadena de distribución en Austria.