Fairtrade acaba de publicar un dossier que pone de relieve que la sostenibilidad y la importación de alimentos no tienen por qué estar reñidos, sobre todo cuando se trata de alimentos que provienen de países en vías de desarrollo y en cuya producción se han respetado las personas y el medio ambiente.
El análisis contiene ejemplos concretos que llevan a la conclusión de que los kilómetros que cada producto recorre en transporte influyen, pero no son el indicador más importante para valorar el grado de sostenibilidad de un alimento, ya que factores como el tipo de producción, el procesamiento, el embalaje etc intervienen prominentemente en la huella de carbono.
Además los productos con la certificación Fairtrade ofrecen la ventaja de proceder de una cadena de valor controlada y transparente, lo que permite a la empresa interesada analizar con facilidad el impacto medioambiental del producto en cuestión y comunicar sobre ello.
Así Fairtrade se convierte para la empresa en el partner perfecto a la hora de garantizar el origen de sus productos, una ventaja que aprecian cada vez más las grandes empresas que certifican productos de marcas enblemáticas por ejemplo del sector del chocolate a nivel mundial, como Cadbury, Maltesers o Barry Callebaut; así como negocios familiares que otorgan importancia a la calidad, las cosas bien hechas y el trato humano, como Cafés Novell, Caramelos Cerdán o la marca austriaca de zumos, Pfanner.
El clima, la forma de cultivo, el uso de métodos tradicionales, el cultivo en pequeñas parcelas etc. son factores que favorecen una huella de carbono baja en la producción de muchos productos de Comercio Justo. A ello hay que añadir la importancia social y económica que la venta de estos productos tiene para los productores y sus comunidades, y para el desarrollo de regiones enteras.
Frente a estas ventajas en cuanto a la huella de carbono en la producción, el CO2 emitido por el transporte es responsable de una parte pequeña de la huella de carbono en total. Por ello la suposición “producto de cerca equivale a menos CO2” no suele ser cierta, ya que no tiene en cuenta ni las condiciones de producción, ni el procesamiento, ni el embalaje, ni el punto de venta. Y a la vez es una ecuación muy dañina para los productores en países en vías de desarrollo para los que la exportación de sus productos en condiciones de Comercio Justo es una oportunidad de desarrollo y una forma de salir de la pobreza. Fairtrade España da información sobre las opciones para conectar la RSE con el Comercio Justo.
El análisis contiene ejemplos concretos que llevan a la conclusión de que los kilómetros que cada producto recorre en transporte influyen, pero no son el indicador más importante para valorar el grado de sostenibilidad de un alimento, ya que factores como el tipo de producción, el procesamiento, el embalaje etc intervienen prominentemente en la huella de carbono.
Además los productos con la certificación Fairtrade ofrecen la ventaja de proceder de una cadena de valor controlada y transparente, lo que permite a la empresa interesada analizar con facilidad el impacto medioambiental del producto en cuestión y comunicar sobre ello.
Así Fairtrade se convierte para la empresa en el partner perfecto a la hora de garantizar el origen de sus productos, una ventaja que aprecian cada vez más las grandes empresas que certifican productos de marcas enblemáticas por ejemplo del sector del chocolate a nivel mundial, como Cadbury, Maltesers o Barry Callebaut; así como negocios familiares que otorgan importancia a la calidad, las cosas bien hechas y el trato humano, como Cafés Novell, Caramelos Cerdán o la marca austriaca de zumos, Pfanner.
El clima, la forma de cultivo, el uso de métodos tradicionales, el cultivo en pequeñas parcelas etc. son factores que favorecen una huella de carbono baja en la producción de muchos productos de Comercio Justo. A ello hay que añadir la importancia social y económica que la venta de estos productos tiene para los productores y sus comunidades, y para el desarrollo de regiones enteras.
Frente a estas ventajas en cuanto a la huella de carbono en la producción, el CO2 emitido por el transporte es responsable de una parte pequeña de la huella de carbono en total. Por ello la suposición “producto de cerca equivale a menos CO2” no suele ser cierta, ya que no tiene en cuenta ni las condiciones de producción, ni el procesamiento, ni el embalaje, ni el punto de venta. Y a la vez es una ecuación muy dañina para los productores en países en vías de desarrollo para los que la exportación de sus productos en condiciones de Comercio Justo es una oportunidad de desarrollo y una forma de salir de la pobreza. Fairtrade España da información sobre las opciones para conectar la RSE con el Comercio Justo.